Benamahoma Blog

viernes, 27 de abril de 2007

El buitre leonado en nuestra serranía

Si existe un animal que simboliza la esencia de este parque natural, ese es el buitre leonado, que encuentra en esta serranía unos inmensos paredones calizos donde nidificar y una nutrida cabaña ganadera que le garantiza su alimentación.

El parque natural Sierra de Grazalema, con sus aproximadamente 290 parejas reproductoras (según el útiltimo censo efectuado en 1996 por el equipo de Olegario del Junco) se configura, pues, como uno de los principales enclaves en la distribución peninsular de esta ave carroñera.

Gracias a sus amplias alas, el buitre leonado puede realizar largos vuelos planeados con muy poco esfuerzo. En el remonte utiliza las corrientes de aire ascendentes, en las cuales se eleva describiendo círculos, para, una vez situado a la altura apropiada, iniciar un vuelo lineal perdiendo altura levemente. Su considerable peso de 7 a 8 kg. le proporciona la inercia necesaria para cubrir grandes distancias sin necesidad de mover las alas, con lo que consigue un importante ahorro energético.

Al contemplar a un grupo de buitres leonados, descansando hieráticos en sus pétreos posaderos, sorprende ver cómo estas aves han evolucionado en su coloración para asimilarse a los tonos del roquedo, con los que se confunden admirablemente. Muchas horas pasan las rapaces reposando, soleándose o, simplemente, esperando a que las condiciones meteorológicas sean las adecuadas para iniciar el remonte, lo que suele suceder cuando el sol comienza a calentar. Los días ventosos, de fuertes rachas y temporal pueden planear desde muy temprano, incluso antes del amanecer.

En el Parque, las buitreras se ubican en grandes farallones calizos, contrafuertes de las ásperas serranías, con preferencia por lugares soleados y protegidos. Para el reposo, los buitres suelen elegir grandes repisas y rocas prominentes del tercio superior del cantil. Cuando acechan una carroña, en cambio, estas rapaces llevan a cabo el descanso nocturno en dormideros provisionales, como grandes árboles, o incluso en el suelo.

Otras rapaces comparten con el buitre leonado los altivos cantiles, usándolos como lugares de reposo y nidificación. Normalmente, la armonía reina entre el gran carroñero y sus vecinos; suelen usar las mismas corrientes térmicas para elevarse en los días soleados y con frecuencia descansan en posaderos próximos entre sí. A veces, no obstante, pueden surgir algunos escarceos: águilas perdiceras y halcones peregrinos llegan a atacar a los buitres cuando se encuentran enardecidos por el celo.

La caída de un buitre leonado con las patas colgantes, en trayectoria similar a la de un paracaídas, es una señal inequívoca de la presencia de una carroña. Los congéneres que vuelan por las cercanías detectarán con su portentosa vista la maniobra y, muy pronto, un nutrido grupo de ansiosos carroñeros se congregará en las inmediaciones del cadáver.

En determinadas ocasiones los buitres descienden y comienzan a comer nada más descubrir la carcasa, en tanto que en otras pueden tardar días en bajar, o no llegar a hacerlo. Estas rapaces necrófagas llevan a cabo una importante labor sanitaria en nuestros campos, al destruir los cadáveres y evitar la propagación de posibles infecciones.

En el Parque Natural Sierra de Grazalema, el buitre leonado experimenta para su alimentación una fuerte dependencia de la ganadería extensiva - cabras, ovejas, vacas, - actividad económica de gran importancia y que de este modo posibilita la existencia de las majestuosas aves.

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